Seguidores del blog.
lunes, 7 de diciembre de 2015
Bellum.
domingo, 13 de septiembre de 2015
Colores.
miércoles, 9 de septiembre de 2015
Komorebi.
Komorebi (sust.):
Rayos de luz solares que se filtran entre las hojas de los
árboles.
lunes, 31 de agosto de 2015
Letras.
La chica de esta foto es una espontánea que se coló mientras intentaba hacer una foto en Hyde Park en Londres. De alguna manera, quedó una foto un poco siniestra (se aprecia la imagen borrosa y movida al fondo y un poco más nítida hacia la derecha), pero le cogí algún tipo de cariño especial por la soledad y frialdad que me evoca.
martes, 18 de agosto de 2015
Reminiscencias de un amor inaudito.
lunes, 10 de agosto de 2015
Días de verano.
Hoy voy a escribir canciones que lleven el nombre de alguien a quien no puedo tener.
Hoy voy a leer libros que nunca me atreví a leer.
Hoy me apetece cantar, gritar, soñar.
Hoy bebo café y mañana agua de mar.
Hoy soy persona, mañana se me olvidará.
En realidad, hoy, simplemente, voy al cine con mis amigos a ver "Ciudades de papel". Ya me leí el libro hace unos meses, como siempre, sin decepcionarme por las historias de John Green.
Últimamente me estoy dando cuenta de que tengo cosas muy agradables increíblemente cerca de mí y no siempre sé valorarlas. Y lo intento, de verdad que lo intento.
Luego, sin embargo, tengo a mi madre cabreada con el mundo, (parte de su cabreo con el mundo acaba siendo cabreo contra mi persona), y, además de que me haga sentirme triste, me está haciendo empezar a plantearme cosas que me hacen dudar de lo que es y deja de ser mi familia. Felices no, desde luego.
Tengo unas ganas inmensas de que termine agosto de una vez por todas y volver al instituto de nuevo. Suena a locura, por favor... ¿Qué clase de adolescente quiere empezar las clases?
Bueno, pues yo misma, yo quiero empezar las clases otra vez. No estoy muy segura de que no vaya a acabar pegándome un tiro si sigo encerrada en mi habitación pensando cosas que no debería, y echando de menos más de lo habitual.
viernes, 7 de agosto de 2015
Mess.
Soy un desastre.
Soy un desastre desde que mi vida se convirtió en un completo desastre.
Y no puedo culpar a nadie, excepto a mí.
Me he engañado, durante mucho, mucho, mucho tiempo, creyendo que tenía todo en mis manos, que podía tocar las estrellas y conducir sobre carreteras de sueños. Suena hasta increíblemente estúpido, y ahora me doy cuenta. Me doy cuenta de que ser un soñador sale tan jodidamente caro, que es normal que el mundo esté tan triste.
Y siempre sería muchísimo más fácil tirar la toalla y dejarlo todo, pero, ¿quién sería yo entonces? Sería la traidora de mis propios principios, la enemiga de la niña pequeña que quería cambiar el mundo.
De vez en cuando, todavía quiero cambiar el mundo.
Empezando por el mío.
martes, 23 de junio de 2015
Walking in the dark.
where I'm not stronger
and I'm a stranger.
Now I walk a damned street,
they say it used to be
made of sweets and dreams.
Well, keep flying in that plane
with no direction and no name,
here it comes my desolation.
This is the train of lies,
a spark of wasted time,
hell freezing inside.
Glitter without light in my veins,
I've become a victim of myself,
and I'm still alive...
Walking in the dark.
Trying to find a way,
but getting worse everyday,
it all caused by reflections.
Losing my mind on their mistakes,
not able to think by myself,
I've become addicted to forget.
Sitting in a park,
it's cold and black,
I have a heart on my hands.
This is the train of lies,
a spark of wasted time,
hell freezing inside.
Glitter without light in my veins,
I've become a victim of myself,
and I'm still alive...
Walking in the dark.
lunes, 22 de junio de 2015
22/08/2014, 0:17
domingo, 21 de junio de 2015
Ciudades de cristal.
Hablas de desastres y ruinas,
susurras sobre amor y armonías,
conversas con el futuro
y el futuro no sabe qué hacer contigo.
Cantas por verdades no dichas,
por miedo a palabras dañinas,
tiempo y lluvia fría,
espacio entre recuerdos.
La niña pregunta hoy
sobre lo qué pasará mañana,
y el mañana aún no sabe qué responder;
si llamar al naufragio de ideas,
o a la muerte de los sueños.
Y salta hacia el infierno
si no estás a gusto en el cielo.
Endebles plásticos,
realidades inciertas.
Marchitas en primavera,
floreces en invierno.
Maquetas de ciudades
de cristal
que se rompen cuando el tren se va.
lunes, 15 de junio de 2015
Las bombas van a estallar.
Hay tanto que hacer
y dicen que el tiempo vuela.
No sé si estoy bien,
hoy me duelen hasta los gritos
que guardo en mi corazón marchito
y este aire acompaña
la melodía que me hace llorar.
Se va, se va,
se acaba ya,
¿Quién pidió un final?
y se va, se va,
se acaba ya
¿Quién decidió este guión?
Las flores ya no crecen
y las bombas van a estallar
van a estallar,
van a estallar.
Sueños de alquitrán,
combustible de las estrellas,
"sed valientes",
y polvo de hadas para variar,
hoy necesito llorar
y recoger migas de pan
que me lleven al infierno,
dime que me vas a esperar.
Se va, se va
se acaba ya,
¿Quién pidió un final?
y se va, se va,
se acaba ya,
¿Quién decidió este guión?
Las flores ya no crecen
y las bombas van a estallar
van a estallar,
¡van a estallar!
miércoles, 22 de abril de 2015
Coexistencia.
Incapaz de pensar en sobrevivir
cuando mi día a día se basa
en tratar de coexistir,
llegando al punto
en el que mi propia existencia
se limita a tu mismísima presencia,
si bien es cierto que cuando no estás,
no existo
y desisto.
Desisto en el acto de buscar respuestas
para preguntas abiertas,
e indispuestas...
a ser contestadas.
Reacia a los sentimientos
y enamorada por vez primera,
no saldría viva de la primavera.
Si apenas soy un ave que acaba de aprender a volar,
no puedo recorrer bosques
en busca de océanos,
mas no le busques el sentido;
sólo palabras que ojalá se perdieran
bajo el anonimato en algún poema.
Y en verdad,
¿qué escuchamos?
Sólo canciones que indagan en la duda,
la duda de lo que es amar,
la certeza de no comprenderlo.
No son flores ni armonías melodiosas,
son espinas y disonancias odiosas,
pero,
curioso es,
lo que me gusta el dolor
y esas notas de un ayer
en absoluto consonante,
sino más bien distante
y tedioso,
y desastroso,
y peligroso,
y confuso,
y tú.
domingo, 12 de abril de 2015
Triste.
A veces tengo la impresión de ser un fantasma, pero mi respiración me delata. Quizás por eso cometo el error de ser transparente y que se note enseguida que no estoy bien cuando me pasa algo. Sin embargo, tanto tiempo sin estar bien hace que apenas se aprecie. Creo que ese es ahora mi estado de ánimo natural. Me gustaría poder explicarlo con más exactitud, con palabras ricas en significado, con una definición sensible, casi etérea, cargada de emoción, capaz de hacer suspirar y de que se te erice el vello de la piel. Precisamente por eso me desconcierta tanto que me pregunten si estoy triste. Es tan simple como eso: triste. Que estoy triste. No me había parado a pensarlo. ¿De verdad llevo tanto tiempo estando tan triste y sin saberlo?
Igual no estoy triste, y sólo soy una persona fría.
¿Tú qué crees?
Bueno, no me conoces, así que lo dejo a tu elección.
Porque probablemente las dos opciones sean correctas.
martes, 7 de abril de 2015
Odio.
Como gritar en una habitación vacía.
Así podrías definirlo.
Es gritar hacia nada, nadie puede escucharte.
Porque ni si quiera sabes si quieres que lo hagan.
Porque tienes miedo.
¿De qué tienes miedo?
Tienes miedo de convertirte en lo que odiabas.
Tienes miedo de perder aquello que quieres.
Tienes miedo de confundir las estrellas con farolas.
En realidad, no hay tanta diferencia.
Las farolas iluminan la calle oscura;
Las estrellas, el cielo en penumbra.
¿Y a ti?
A ti sólo podía iluminarte un nombre.
O una canción.
Y sin embargo, sólo querías gritar.
En una habitación vacía.
Porque nadie podía escucharte.
Pero con escucharte tú misma bastaba.
Porque eras tú
la que necesitaba oírse a sí misma
a tu voz asustada
y quebrada
y triste
y sola
como la habitación en la que estabas.
En efecto, ahora eres lo que odiabas.
¿Lo mejor?
Que no te arrepientes de nada.
domingo, 15 de febrero de 2015
Cadencias.
Me estás matando.
Con el efecto de una droga,
que crees que te hace sentir mejor,
Pero en realidad me hace daño.
Me mata.
Me matas.
Pero siempre recaigo porque me he hecho adicta,
y la inmunidad de mis
sentimientos es ya muy baja,
porque cada vez que te veo pasar destruyes
las partículas de mí
que me hacían ser racional.
Y ahora no existe más razón
que la de tu sonrisa,
y el brillo de tus ojos al hablar.
Así nadie puede ser racional.
Dicen que una persona puede completar a otra,
y quizás sea cierto,
pues yo ya no siento,
sino que sentimos,
o te siento a ti.
Te siento como una fina espina clavada en lo más hondo
de un corazón que no se ha roto todavía,
pero que se está quebrando,
y solo unas estrechas fibras soportan la tensión de esos pedacitos aun unidos,
que equivalen a la distancia entre mi piel
y la tuya.
No hables más pues solo escucho música de tus labios,
las arritmias del alma y las síncopas de decir que no
cuando en realidad la parte fuerte es el sí.
Muchas veces preguntan si se puede echar de menos
aquello que no tienes pero anhelas,
y la respuesta es ese "sí" débil del compás de mis intentos fallidos,
porque yo te echo de menos en francés,
pues es que tú
me faltas.
Y, a veces,
solo quiero
que estés
aquí.
Conmigo.
Como cadencia perfecta final.
jueves, 15 de enero de 2015
Cáncer.
Nacemos para morir, bien lo sabían en la Edad Media.
Pero no estamos en la Edad Media, es la única diferencia.
¿Cómo he podido dejarlo pasar todo? Esta maldita habitación ya no está tan vacía si la comparamos conmigo. Ya no sé si estoy enfadada, triste o cansada. Quiero llorar, de eso sí estoy segura, pero ni si quiera para ello tengo fuerzas. En parte, ese es el motivo por el que no deseo que nadie venga a verme: porque no quiero que me vean llorar. No quiero que me vean con este aspecto: pálida, delgada y con ojeras debido al sueño, pues me da miedo dormir y que no pueda volver a despertar.
No quiero escuchar cómo me dicen que voy a salir de eta mientras sus ojos se llenan de lágrimas. Igual que no quiero que intenten animarme diciéndome lo fuerte que soy, porque no es verdad. Si lo fuese, no tendría que encerrarme a llorar en el cuarto de baño, y no le habría gritado antes a mi madre. No se lo merece. No el hecho de que yo le grite (que tampoco), sino el perder a una hija. Y supongo que tal vez yo tampoco lo merezca.
Quería... Quería salir de aquí, viajar, ver mundo. Quería escribir una novela, cantar sobre algún escenario importante, actuar para un público, pintar mis sueños con colores que nadie conoce, conocer a alguno de los artistas que me inspiran, poder cumplir las promesas que hice alguna vez...
Pero ya veis: me estoy muriendo. Tengo quince años y me estoy muriendo. Y no, no quiero que me sigan diciendo que no voy a morir cada vez que yo lo digo en voz alta. ¿Por qué cuando te estás muriendo la gente insiste tanto en decir que todo irá bien? Les he fallado, les he fallado porque dije que morir no entraba en mis planes, y, sin embargo, llevo puesto este estúpido pijama del hospital y necesito un tubo que me ayude a respirar. Porque voy a morirme.
El otro día discutí con mis padres. Les dije que no quería que viniese nadie a mi funeral. No quiero que vengan a llorar por mí personas que ni conozco, ni me conocen. No quiero que con el tiempo me olviden. No quiero que me entierren en un cementerio, ni que vengan a traerme flores cada vez que pase un año de mi defunción. Porque yo no voy a ver, coger u oler esas puñeteras flores. Solo caerán sobre la piedra fría de mi lápida, con un epitafio diciendo lo fuerte que fui en mis últimos días de vida y cómo aguanté con una sonrisa hasta el final (es mentira, no lo voy a hacer). Y el encargado del cementerio cogerá esas flores en cuanto pase una semana, y las tirará. Es lo mejor, nadie queire ver flores marchitas sobre la tumba de una pobre niña que murió a los quince años. Es una metáfora. Porque yo soy esas flores, que se fueron apagando con el tiempo, que perdieron su color, que se marchitaron, y que, al final, alguien tiró y quedaron olvidadas. Soy la cuerda de un violín que alguien tensó demasiado y terminó por romperse. Soy una pluma que se quedó sin tinta, un pájaro sin alas, un café frío, viento en dirección a la muerte y silencio gritándote a los oídos. Y eso, todo eso, se lo dije a mis padres, antes de que rompiesen a llorar. Acabé pidiendo que usasen la canción de 'Fix you' (de Coldplay), para el funeral, porque aunque no entiendan inglés, es una gran canción. Y porque tal vez así se acuerden de mí cuando vuelvan a escucharla, o cuando recojan los CD's de m habitación y vean el título. Ojalá guarden mis peluches, y mis pósters. Ojalá vendan mi flauta travesera a un niño con ilusión por empezar a estudiar música, como yo la tuve en su día. No sé quién dormirá con mi hermano cuando tenga miedo por las noches, quién tocará el piano en los descansos de los ensayos del coro, quién intentará animar a mis amigas cuando estén mal, quién usará mis libros del instituto, quién leerá mis relatos, quién seguirá intentando contactar conmigo en alguna red social quién ordenará mis partituras, quién tarareará canciones en clase, quién leerá las canciones que intenté componer, quién contará esos chiste tan malos, quién verá mi cuerpo inerte por última vez, quién llorará por mí. Tal vez ni si quiera me apetezca saberlo.
La vida es injusta, pero sigue. Y si no estoy yo, ya estará alguien en mi lugar. Yo no soy nadie. Solo un cristal roto, y años de mala suerte.
No podéis pedirme que luche, no puedo hacerlo. Quiero irme ya, porque duele, y mi cuerpo no funciona bien. No espero cambiar nada. Quizás sigan echando la misma basura en televisión, el mundo siga sumido en la corrupción, sigan sacando libros juveniles que son un aco, la gente siga sin valorar lo que tiene y la humanidad continue siendo egocéntrica. Pero,yo ya no estaré para quejarme, así que a nadie le importará.
Gracias, a todos, por haberme hecho ser mejor persona, de la que jamás me arrepentiría ser. A los que confiaron en mi, como nadie nunca lo habia hecho. Ojalá os conozca en otra vida. Una vida en la que quizás el destino me trate con mejor humor. Quién sabe.
Y, por último, antes de que se gaste la tinta del bolígrafo, gracias a todo el mundo que de alguna manera me ha ayud..."
viernes, 9 de enero de 2015
Ese monstruo exquisito.
De manera inexorable, cada noche mi pecho se llenaba de angustia y mi alma se veía encarcelada por la monotonía de la rutina y los límites que establecían las dudas infinitas. No saber qué me deparaba el destino, o quizás no saber aceptarlo, o simplemente no ser capaz de escribir el mío. Tal vez fuese una mezcla de las tres cosas. Y, así, en el hastío de no poder entender mis propios llantos, tomé la mejor decisión de mi existencia: comenzar a vivir.
Lo raro sería que así todo se hubiese vuelto de color de rosa repentinamente, lo cual, en efecto, no ocurrió. Estaba, desgraciadamente, el gran cansancio que me producía tener que madrugar para vivir un día prácticamente igual al anterior en ese temible, soporífero e insufrible infierno que todos aquellos de mi edad odiaban y que, aunque entonces no lo admitiesen, echarían de menos en el futuro. Era esto conocido mundialmente y más comúnmente como instituto. En cierto momento de mi vida, tuve alguna clase de revelación y me di cuenta de que no era tan malo. Abrí mi mente y me percaté de que lo que necesitaba diariamente era una alta dosis (incluso me atrevería a decir sobredosis), de fuertes emociones. Y, así, curiosamente, nació mi interés por todo lo que me rodeaba, por los pequeños detalles, mi peculiar forma de crear ilusión a partir de cosas insignificantes, y, sobre todo, mi pasión por el arte, que llenaba mis huecos vacíos y tiempos muertos de mi día a día.
Pero, sin embargo, no todo fue tan fácil. En ocasiones, no era tan sencillo conseguir emociones fuertes de las que alimentarse, puesto que con mi edad no estaba tan acostumbrada a la libertad, y mucho menos a buscar aventuras. Entonces, cuando pensaba que mi cabeza iba a explotar si no le proporcionaba algo nuevo, descubrí eso que llaman creatividad, la actual dominante de mi personalidad, que me salvó de lo que para mí era peor que cualquier enfermedad: el aburrimiento, ese monstruo exquisito que se empeñaba en establecer unas reglas monótonas en mi vida, y que me amenazaba constantemente con el peor de mis miedos:
dejar de crear.