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lunes, 15 de junio de 2015

Autómata,
te estás pudriendo.
¿Por qué tenía que recordarte otra persona que eras tú y no los demás los que decidían?
Y ahora ya estás muerta,
apuñalada por gigantes de papel,
de plástico,
de usar y tirar,
de mentira.
Escribes para desengañarte,
escribes para ilusionarte,
escribes para enamorarte,
... ¿más?
Dijiste que no querías ser una más,
que no querías crecer,
que no querías seguir relojes
que te recordasen que se acaba el tiempo.
Sólo serías el náufrago de la isla de los niños perdidos,
siempre lejos de un desastre monótono.
Tic-tac,
te estás pudriendo,
y no precisamente por el tiempo,
te estás muriendo,
te están ganando,
te están transformando,
en ese bicho kafkiano,
en un mundo miserablemente gris,
revoluciones liberales
y nos marchamos a París.

Muerte a los billetes de vuelta.

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