"Estaría
bastante bien empezar a escribir esto con una de esas frases filosóficas que
todo el mundo quiere tatuarse o poner en su epitafio. Pero precisamente porque
es algo que le gusta a todo el mundo, no voy a hacerlo. Hace mucho tiempo que
decidí que tenía que tomar decisiones por mí misma y no basándome en lo que
hiciesen los demás. Quiero dejar muy claro antes de continuar escribiendo, (que
lo voy a hacer, independientemente de tu decisión de seguir leyendo o no), que
esto no es una novela, y que te recomiendo dejar de leer ahora mismo si esperas
sacar alguna reflexión maravillosa de la vida a partir de esta lectura, si
esperas vivir una aventura o algún tipo de experiencia mágica, si no quieres
decepcionarte o si tienes alguna clase de expectativa respecto a esto. No voy a
mentirte: voy a desilusionarte en muchas ocasiones, aunque en otras, en cambio,
creerás sentirte identificado conmigo. Y digo creerás porque dudo mucho que
entiendas mi situación. Ciertamente todos los adolescentes nos sentimos
incomprendidos. En mí hay una pequeña diferencia: que realmente nadie logra
comprenderme. Y si decides seguir leyendo, arriesgando tus sentimientos,
entonces, estimado lector, me complace darte una no tan cálida bienvenida como
me gustaría a mi *podrás insertar el adjetivo que más te plazca cuando termines
de leer todo aquí* vida.
Supongo que
esperas una presentación por mi parte. Lo sé porque yo también lo hago cuando
comienzo a leer una novela. Pero, como te he dicho, esto no es una novela. Y me
gustaría poder explicarte qué es esto entonces, pero no sabría describirlo
adecuadamente. ¿Tal vez un diario? No sé,sí, tal vez. La verdad es que no
quiero centrarme demasiado en mí, lo cual, en realidad acabará resultando
irónico, pues tampoco hay mucho de lo que hablar aparte de mí. No tengo ni el
más mínimo interés en escribir sobre mi vida, porque me parece demasiado
egocéntrico. Pero ahora, cuando estoy sentada frente al escritorio meditando
sobre si irme ya a dormir o no, me han asaltado unas inmensas ganas de ponerme
a escribir, por alguna razón que desconozco, y me he dado cuenta de que tal vez
pueda ser entretenido contar algo acerca de una chica de quince años que no
sabe qué hacer con su vida. Escribir un simple diario sería más aburrido (o
quizás no, las típicas historias de dramas adolescentes son basura). ¿Qué suele
escribirse en los diarios? “Hoy me he levantado, he intentado desayunar algo
pero no tenía hambre, he ido al instituto y la vida es una mierda”. Bueno, eso
es un tanto deprimente. Y no estamos aquí para deprimirnos. ¿O sí? Quién sabe,
a estas alturas la humanidad todavía no conoce ni cuál es el objetivo de la
vida.
Está bien,
está bien. Te diré mi nombre, aunque incluso ni eso sea cierto. No tengo por
qué darte datos sobre mí. Soy un simple personaje ficticio para ti, al fin y al
cabo. No quiero que me idealices en tu mente, no quiero que crees una ilusión
falsa de mí. Así que dejo a tu elección mi apariencia física, que es lo que
menos importa. Mi nombre es Keatrist. Pero, de verdad, puedes llamarme como tú
quieras. No me va a molestar. Ni si quiera me voy a enterar. En fin, de
momento, para ti me llamo Keatrist. Keatrist Verum. Y quiero contarte algo: el
99% del mundo piensa que estoy loca.
Creo que tal vez debería remontarme al
principio de los hechos, cuando mis padres decidieron que mi comportamiento era anormal, hace algo menos de medio mes. Según ellos, me paso los
días encerrada en mi habitación, murmurando palabras sueltas que nadie entiende
o hablando sola, sin relacionarme. Seguramente estén planteándose llevarme a
ver a algún psicólogo. Bien, pues uno de los motivos por los que he accedido a
escribir estos diarios es porque la única prueba de que no estoy loca.
Simplemente soy pesimista. Hay una diferencia abismal. Aunque ahora mismo me
siento absurda. Todo siempre me ha parecido absurdo e inútil. Y he ahí la razón
por la que no salgo a la calle: todo ahí fuera es inservible y estúpido. Si
salgo a la calle y me rodeo de gente corriente baja mi coeficiente intelectual,
no miento. El instituto estaría bien si fuese solo yo y no tuviese que
compartir clase con el resto de ineptos de mi edad, que solo sirven para
demostrar que el nivel de curiosidad de mi generación es infinitamente bajo. Y,
como me ponen muy nerviosa, he decidido no ir a clase. Tampoco me hace falta,
seamos honestos. Hoy en día, todo lo que quiera aprender lo encuentro en
internet. No soy esquizofrénica, ni tengo cualquier otra enfermedad mental que
las personas usan para etiquetarme. Aunque
a veces se me olvide dejar de imaginar cosas. Pero es normal. Cuando te metes
en un mundo imaginario en el que todo es perfecto y no estamos sumidos en la
corrupción de un gobierno –también absurdo e inútil –lo más común es que no
quieras volver a la realidad. Y eso mi cerebro se lo toma muy en serio.
¡Magnífico,
Keatrist! ¡Seguro que lo único que estoy consiguiendo es que quien lea esto se
convenza más aún de que estoy loca!
Vale. Voy a
intentar ser lo más clara posible y voy a tratar de explicar qué me pasa. Por
increíble que parezca, mi imaginación es superior a la de toda la gente que
conozco. Y no quiero que suene egoísta, porque lo estoy diciendo de la forma
más objetiva que puedo. Dejando a un lado que soy muy inteligente –de verdad,
no lo digo yo, lo dicen especialistas, y esa clase de gente –puedo crear con mi
mente y mi imaginación todo lo que yo quiera, a niveles que nadie conoce. El
único problema es que muchas veces mi subconsciente toma parte en estos
procesos y cuando intento volver a la realidad, deforma algunos conceptos y
situaciones, por lo que mi visión del mundo real se altera. Es una práctica que
llevo perfeccionando desde que era pequeña. Para que lo entendáis, es como si
tuviese instalado en mi mente alguna clase de juego de realidad virtual, que no
siempre puedo controlar. Podría considerarse un don o un poder, pero en
realidad todos somos capaces de hacerlo. Solo hay que practicar mucho. Dios
mío, qué absurdo e inverosímil suena. Pero juro que es verdad. Y algún día os
lo demostraré.
El caso es que
de alguna manera he acabado pareciendo loca a ojos de otros. Es interesante,
porque en el momento en el que alguien parece más listo de lo que vosotros
conocéis como normal, inmediatamente
es tachado de loco o raro. Cuando hablas de Albert Einstein con un grupo de
personas, seguro que por lo menos una de ellas dirá que era un puñetero
científico loco. Yo, personalmente, no sé dónde está el límite entre estar loco
y querer ver más allá de lo que todos se conforman con ver. Todos
somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas.
Al final se me está haciendo un poco más tarde de lo
que esperaba, pues no contaba con escribir durante algo más de diez minutos, y
sin embargo ya es la 1:13 de la mañana. Tengo algo de sueño, pero, como viene
siendo costumbre desde hace mucho tiempo, no puedo dormir. “Esforzarte al
máximo, pero no tener éxito; conseguir lo que quieres, pero no lo que
necesitas; estar muy cansado, pero no poder dormir”, es una estrofa de una de
mis canciones favoritas, y al mismo tiempo, mi forma de vida. Hay pocas
canciones que de verdad se acerquen un poco a mis sentimientos. Por eso
prefiero la música clásica la mayor parte del tiempo. En ocasiones, siento que
pertenezco a la época del barroco o del clasicismo. Pero solo por la música. En
verdad, vivir con las tecnologías actuales está bastante bien. Si solo
tuviésemos algo más de cultura sobre la música clásica… Pero no, la música
producida por un ordenador, las voces retocadas al máximo, los ritmos fuertes y
machacones que ponen en todas las ferias y fiestas, y las letras groseras de
las canciones actuales es lo que llama la atención de los jóvenes. ¿Vais
entendiendo por qué tengo una opinión tan pesimista del mundo? Otras veces me
encierro en mi habitación porque es simplemente lo único que me reconforta y
que no veo tan inútil. Me gusta tocar el violín y leer libros. No veo nada de
malo en ello, por mucho que me esfuerzo en ser empática y ponerme en vuestro
lugar para intentar averiguar cómo de rara soy. Honestamente, no lo consigo.
Así que, si escribir en este viejo cuaderno, desgastado y lleno de polvo que he
encontrado esta tarde junto unos libros que leía cuando era más pequeña en una
estantería, va a demostrar que no soy tan rara, que no tengo ningún tipo de
problema o enfermedad y que no necesito ir a un psicólogo, entonces, permitidme
seguir escribiendo, porque, en ese caso, tengo bastante que escribir.
Mañana mis padres van a llevarle esto a un médico.
Solo quiero que lo lea, y que cuando llegue a este punto, sea consciente de que
tiene mi más noble invitación para dejarme en paz e irse a la mierda. No estoy
loca, señor. No necesito su ayuda, porque su ayuda no sirve para nada. Ahora,
coja su estúpida libreta y tome notas sobre mí. Ardo en deseos de conocer su
opinión acerca de mi persona. Y espero que capte usted la ironía, o si no, no
vamos a llevarnos muy bien.
Keatrist
Verum."
No hay comentarios:
Publicar un comentario