el peso del tiempo
y de mi propia intrascendencia.
Soy el grupo de música banal
que nadie conoce,
que nadie se molesta en escuchar,
que nadie busca,
que espera a ser descubierto
para que alguien mire dentro
y se jacte, cohibido,
de haber encontrado
algo de lo que por fin enamorarse,
de lo que alegrarse,
y así,
que nadie me conozca,
que nadie me escuche,
que nadie me descubra,
y que sólo él mire dentro.
Reminiscencias de un amor inaudito.
Al tiempo que yerto,
nunca coetáneo,
estragos embriagados
de algo prohibido.
Sobre ti, mi meliflua presencia,
un disparo en el tiempo,
y así, mi limerente ausencia.
Llevo unos días enfrascada en un libro de Carlos Ruiz Zafón, "La sombra del viento", y ha despertado dentro de mí una necesidad casi agónica por conocer muchas palabras y saber usarlas con labia. Siempre he querido ser una de esas personas elocuentes y admiradas por los demás. Queda poco para que comiencen de nuevo las clases y yo sigo molesta pensando que todo está cambiando demasiado rápido, que todo da vueltas y que me limito a quedarme sentada y observar mientras me quejo. Y, francamente, quiero dejar de quejarme y empezar a hacer cosas. Supongo que la motivación es lo primero. Sello el día de hoy con una promesa a mí misma: vamos a empezar a mover el mundo. (Por lo menos, a intentarlo...)
A veces sucede que al principio no hay motivación, pero si de alguna forma se empieza con lo que uno se propone hacer, puede llegar a surgir sola. Lo sé porque me pasó.
ResponderEliminarMe gustó el poema, ¿lo puedo pubicar en mi blog? te doy créditos, obvio.
¡Ánimo!
Si das créditos, por supuesto.
EliminarGracias por tu comentario, un beso.