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viernes, 12 de julio de 2013

Don't stop believing.

El verano puede ser relativamente aburrido. Está bien eso de poder descansar, salir con amigos, ir a la piscina y etc, pero... Una cosa es descansar, y otra levantarse tardísimo. Una cosa es salir con amigos y otra echarlos de menos porque se van de vacaciones. Y una cosa es que seas tan afortunado de vivir en una urbanización con piscina y otra no tener y morirte de calor.
Por lo general, soy una chica divertida. En verano se dispara mi imaginación, pero también tengo mis límites. Así que, mis días últimamente se resumen en:
-Levantarse tarde.
-Intentar ayudar en casa (intentarlo no está de más, ¿no?)
-Aprender a tocar el violín (sin éxito).
-Empezar a repasar matemáticas y dejarlo a los 30 segundos.
-Ver Glee.
-Ver Glee.
-Ver Glee.
-Comer.
-Tirarme a la cama y no hacer nada.
-Twitear.
-Twitear.
-Ver Glee.
-Comer.
-Comer.
-Comer.
-Ver Glee.
-Ver Glee.
-Cenar.
-Tocarme las narices.
-Ver Glee.
-Llorar por el capítulo de Glee.
-Desesperarme.
-Twitear.
-Twitear.
-Dormir.
Y al día siguiente, lo mismo.
Me cansan estas rutinas. En ocasiones, desearía ser un poco más mayor para poder tener algo más de libertad. Pero, después borro esa idea de mi cabeza. En realidad, no quiero crecer. Para nada. Es lo que más miedo me da en este mundo (después de morir de cáncer).
Y ya que he mencionado Glee, voy a hablar de ello. El caso es que varias amigas me recomendaban ver esa serie, y nunca quise hacerlas caso hasta que me aburría demasiado y decidí echarle un ojo.
Y creo que es la mejor decisión que he tomado en mi vida.
Me siento muy a gusto conmigo misma y disfruto mucho viendo los capítulos, son bastante emotivos y me ayudan a confiar y tener esperanza en mí. La verdad es que es algo impresionante, la forma en la que ver una simple serie de televisión puede cambiar mi forma de pensar.
También admito que ahora me paso los días cantando como si estuviese en un musical de Broadway.
Si algo estoy aprendiendo de todo esto, es que hay cosas bastante importantes que valorar en la vida. Siempre he soñado con ser una gran cantante pero no hace mucho mis sueños se desvanecieron cuando cierta persona me dijo algo que hirió mis sentimientos: "Oye... Ayer, en el ensayo de coro, desafinaste un poco, ¿no?"
Y tal vez tuviese razón (¿tal vez? No te engañes, es la verdad). Creo que nunca he llegado a cantar demasiado bien, o por lo menos no tan bien como a mí me gustaría. Hasta ese momento, todo lo veía de color de rosa. Después de que me dijesen eso, pasé algunos días con la autoestima por los suelos. No abría la boca ni para tararear.
Pero entonces me di cuenta de que me había servido. De mucho. Era una gran lección.
Me di cuenta de que no, no se me daba tan bien como yo creía y deseaba, y por eso mismo tenía que MEJORAR. Así que con todo, empecé a dar lo mejor de mí, a buscar trucos en internet, practicar más con el piano... Poco a poco fui recuperando la confianza que tenía en mí. Hasta hoy, que ya sé que sí, que siempre vamos a tener algo con lo que soñar. Para mí puede ser ser cantante, escritora, actriz, oncóloga, criminóloga o millones de cosas más, pero sea lo que sea, sé que lucharé por ello, porque si hay algo que nunca tenemos que dejar de hacer es dejar de creer en nosotros mismos.


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