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sábado, 20 de julio de 2013

She's walking alone...

Se siente tan sola cuando en realidad está rodeada de tantísima gente... Cae la oscuridad y solo puede llorar y gritar en silencio, con cuidado de no despertar a nadie. Ni si quiera sabe por qué se siente así. Está harta, demasiado harta de tener que soportar tanta presión. Quiere desaparecer, olvidarse de todo y de todos y volver a empezar.
Pero...
No puede.
Se seca las lágrimas con las sábanas, y, decidida se levanta. Se pone un abrigo sobre el pijama, y, sin hacer mucho ruido abandona la casa. La noche es fría y oscura, y nota como se le eriza el vello de la piel, como las lágrimas caen congeladas sobre su rostro. 
Camina sola, calle abajo. No hay nadie, nadie la observa. Llora tranquila, sin preocupaciones. Dirige la mirada al cielo y susurra una balada de "Sum 41": With Me. Definitivamente, se sienta junto a un árbol de un parque cercano. Es una locura, estar allí, de noche, sola y confundida. Es probable que en cuanto llegue a casa tenga una gran bronca. Pero, en ese momento solo quiere llorar.
Se pregunta una y otra vez si será la única adolescente a la que le pasa eso...
Se pelea una y otra vez consigo misma, en su interior solo oye voces que le dicen lo que debe hacer. Está confusa, todo da vueltas. Todo cambia, la gente cambia y cada vez se siente más rodeada de hipócritas, de gente que no la comprende...
"Olvidadme todos".

domingo, 14 de julio de 2013

"Enséñale a los ángeles a cantar, Cory"

De verdad pensaba que hoy iba a ser un gran día. De verdad que me he levantado con ilusión. Pero, al despertarme, echo una ojeada a WhatsApp y descubro un mensaje de una amiga: "Ha muerto el actor que hace de Finn".
Vale, hago cierto paréntesis aquí. En la última entrada hablé de la serie de Glee, ¿no? Bien, pues Finn Hudson es uno de los personajes principales, interpretado por Cory Monteith. Canta y toca la batería y es jugador de rugby en la serie. Estaba prometido con Lea Michele, quien interpreta a Rachel Berry en la misma serie.
Solo noto una punzada en el corazón. Ni de broma, seguro que es mentira. La única forma de saber si es verdad es consultarlo en twitter, donde las noticias vuelan.
Y, en efecto, ahí está. Millones de personas twitteando con hastags como #RipCoryMonteith   #StayStrongLea. Se me paraliza el cuerpo por un instante y noto como las lágrimas se van formando en mis ojos. Me derrumbo completamente. Está muerto, de verdad.
Siento la enorme de necesidad de abrazar a alguien, pero aún así, cuando han pasado ya unas 5 horas desde que me he enterado de la noticia, nadie ha sido capaz de rodearme con los brazos y decirme que no pasa nada.
Si hay algo que no entiendo es por qué siempre tienen que irse los mejores y por qué solo se reconocen después de morir. Cory era es realmente talentoso. Me siento igual que cuando murió Michael Jackson, otro grande. No he sabido recomponerme todavía de aquello.
Y todos dicen: "no entiendo cómo puedes llorar por alguien que ni si quiera conoces". Bien, soy la persona más sensible de este mundo y tengo derecho a llorar por quien yo quiera. He crecido teniendo ídolos, personas a las que admirar, y perder a alguien que viéndolo desde la televisión parece inmortal es terrible. No es solo el dolor que puede causar a los fans, sino el de la familia, amigos, compañeros de trabajo...
He pasado toda la mañana fatal y ni si quiera tengo palabras para expresarme. Muchas veces paso noches en vela pensando en la muerte. A la mayoría nos asusta. Pero, asustarnos, ¿de qué? ¿Realmente vale la pena? Ni si quiera sabemos de qué asustarnos. Porque no sabemos lo que se siente al irse, al estar muerto, al desaparecer. Nadie sabe qué hay al otro lado y eso es lo que nos da miedo.
Pero a mí no.
A mí lo que me da miedo es sentir el dolor de las personas en su mirada, en ver como sus ojos se llenan de lágrimas y dejan marchar a alguien sin poder hacer nada. Eso es lo que me asusta, ver como lloramos, nos deprimimos y nos encerramos durante semanas sin ninguna solución. Estoy realmente harta de todo esto, de que siempre acabemos igual, rompiendo en llantos y sufrimiento.
No puedo seguir escribiendo sin notar una sensación de desgarro en el pecho, y creo que tampoco puede ser muy sano estar dándole vueltas al tema constantemente. He notado como todo internet ha decaído frente a la noticia, incluso fandoms y gente que ni si quiera sabe quién es el actor están mostrando su apoyo. Ojalá siempre estuviésemos así de unidos.
Así que, como no sé ni cómo continuar esta entrada, solo quiero decir a todos los que os conozco que os quiero muchísimo, que sois lo más importante y que luchéis por lo que queréis. Y, a mis ídolos y personas a las que admiro, decirles aunque no me estén leyendo que siempre les apoyaré, porque gracias a ellos saco lo mejor de mí. Suena Gone Too Soon de Simple Plan ahora mismo, y si hay algo que tengo que decir es lo siguiente:
Gracias a todos.
Siempre, Cory.

viernes, 12 de julio de 2013

Don't stop believing.

El verano puede ser relativamente aburrido. Está bien eso de poder descansar, salir con amigos, ir a la piscina y etc, pero... Una cosa es descansar, y otra levantarse tardísimo. Una cosa es salir con amigos y otra echarlos de menos porque se van de vacaciones. Y una cosa es que seas tan afortunado de vivir en una urbanización con piscina y otra no tener y morirte de calor.
Por lo general, soy una chica divertida. En verano se dispara mi imaginación, pero también tengo mis límites. Así que, mis días últimamente se resumen en:
-Levantarse tarde.
-Intentar ayudar en casa (intentarlo no está de más, ¿no?)
-Aprender a tocar el violín (sin éxito).
-Empezar a repasar matemáticas y dejarlo a los 30 segundos.
-Ver Glee.
-Ver Glee.
-Ver Glee.
-Comer.
-Tirarme a la cama y no hacer nada.
-Twitear.
-Twitear.
-Ver Glee.
-Comer.
-Comer.
-Comer.
-Ver Glee.
-Ver Glee.
-Cenar.
-Tocarme las narices.
-Ver Glee.
-Llorar por el capítulo de Glee.
-Desesperarme.
-Twitear.
-Twitear.
-Dormir.
Y al día siguiente, lo mismo.
Me cansan estas rutinas. En ocasiones, desearía ser un poco más mayor para poder tener algo más de libertad. Pero, después borro esa idea de mi cabeza. En realidad, no quiero crecer. Para nada. Es lo que más miedo me da en este mundo (después de morir de cáncer).
Y ya que he mencionado Glee, voy a hablar de ello. El caso es que varias amigas me recomendaban ver esa serie, y nunca quise hacerlas caso hasta que me aburría demasiado y decidí echarle un ojo.
Y creo que es la mejor decisión que he tomado en mi vida.
Me siento muy a gusto conmigo misma y disfruto mucho viendo los capítulos, son bastante emotivos y me ayudan a confiar y tener esperanza en mí. La verdad es que es algo impresionante, la forma en la que ver una simple serie de televisión puede cambiar mi forma de pensar.
También admito que ahora me paso los días cantando como si estuviese en un musical de Broadway.
Si algo estoy aprendiendo de todo esto, es que hay cosas bastante importantes que valorar en la vida. Siempre he soñado con ser una gran cantante pero no hace mucho mis sueños se desvanecieron cuando cierta persona me dijo algo que hirió mis sentimientos: "Oye... Ayer, en el ensayo de coro, desafinaste un poco, ¿no?"
Y tal vez tuviese razón (¿tal vez? No te engañes, es la verdad). Creo que nunca he llegado a cantar demasiado bien, o por lo menos no tan bien como a mí me gustaría. Hasta ese momento, todo lo veía de color de rosa. Después de que me dijesen eso, pasé algunos días con la autoestima por los suelos. No abría la boca ni para tararear.
Pero entonces me di cuenta de que me había servido. De mucho. Era una gran lección.
Me di cuenta de que no, no se me daba tan bien como yo creía y deseaba, y por eso mismo tenía que MEJORAR. Así que con todo, empecé a dar lo mejor de mí, a buscar trucos en internet, practicar más con el piano... Poco a poco fui recuperando la confianza que tenía en mí. Hasta hoy, que ya sé que sí, que siempre vamos a tener algo con lo que soñar. Para mí puede ser ser cantante, escritora, actriz, oncóloga, criminóloga o millones de cosas más, pero sea lo que sea, sé que lucharé por ello, porque si hay algo que nunca tenemos que dejar de hacer es dejar de creer en nosotros mismos.